Buenos días! Cómo estáis? Yo sigo con la lucha del brazo, pero espero que el dolor remita del todo pronto. Antes de nada, que no se me olvide deciros que estoy encantadísima con mi BB Cream de Garnier. La uso a diario encima de mi hidratante, y me da un toque de color precioso. Os la recomiendo de todas todas!
Y ahora a lo que voy, que me enrollo como las persianas! Ayer estuve en el Teatro Lope de Vega con mi chico, viendo la obra Por el placer de volver a verla, interpretada por el siempre genial Miguel Ángel Solá y la incombustible Blanca Oteiza.
Entrar en el Lope de Vega, es trasladarse a una época de abundancia, muchos años atrás, cuando las mujeres lucían elegantes vestidos a todas horas del día, y el teatro disfrutaba de su momento más álgido. Es un edificio majestuoso, engalanado con terciopelo rojo y bordados dorados y pesidido por una gran lámpara de araña que nos divisa desde lo alto presumida. Es un lugar de encuentro, un extraño refugio para risas y llantos, un maravilloso corazón lleno de sentimientos.
Apenas puedo describir con palabras las sensaciones que me ha trasmitido esta obra. Desde que se levanta el telón hasta que se baja, Solá te atrapa con su voz, con el movimiento pausado de su cuerpo, con su mirada sincera y sus palabras. Noventa minutos de risas interminables, de comedia en estado puro, de escenas entrañables fabricadas por estos dos gigantes de la actuación, sobre un decorado sobrio que se hace imperceptible tras la presencia de los dos únicos personajes de la obra. Pero también hay lugar para el drama, para reflexionar sobre temas tan cotidianos como las diferentes estapas que tiene la vida, las relaciones familiares y finalmente, la muerte. Noventa minutos a corazón abierto, en un emotivo homenaje a la persona más maravillosa que la vida regaló al autor de esta obra, su madre.
Ayer reí y lloré de emoción sobre las butacas casi centenarias del Lope de Vega, ante una obra cercana, muy real, en la que el actor principal hace partícipe al público asistente de todo lo que sucede sobre las tablas.
No puedo más que deciros que vayáis a verla. Están en Sevilla hasta el domingo, y todavía hay entradas.
Un abrazo enorme.
Y ahora a lo que voy, que me enrollo como las persianas! Ayer estuve en el Teatro Lope de Vega con mi chico, viendo la obra Por el placer de volver a verla, interpretada por el siempre genial Miguel Ángel Solá y la incombustible Blanca Oteiza.
Entrar en el Lope de Vega, es trasladarse a una época de abundancia, muchos años atrás, cuando las mujeres lucían elegantes vestidos a todas horas del día, y el teatro disfrutaba de su momento más álgido. Es un edificio majestuoso, engalanado con terciopelo rojo y bordados dorados y pesidido por una gran lámpara de araña que nos divisa desde lo alto presumida. Es un lugar de encuentro, un extraño refugio para risas y llantos, un maravilloso corazón lleno de sentimientos.
Apenas puedo describir con palabras las sensaciones que me ha trasmitido esta obra. Desde que se levanta el telón hasta que se baja, Solá te atrapa con su voz, con el movimiento pausado de su cuerpo, con su mirada sincera y sus palabras. Noventa minutos de risas interminables, de comedia en estado puro, de escenas entrañables fabricadas por estos dos gigantes de la actuación, sobre un decorado sobrio que se hace imperceptible tras la presencia de los dos únicos personajes de la obra. Pero también hay lugar para el drama, para reflexionar sobre temas tan cotidianos como las diferentes estapas que tiene la vida, las relaciones familiares y finalmente, la muerte. Noventa minutos a corazón abierto, en un emotivo homenaje a la persona más maravillosa que la vida regaló al autor de esta obra, su madre.
Ayer reí y lloré de emoción sobre las butacas casi centenarias del Lope de Vega, ante una obra cercana, muy real, en la que el actor principal hace partícipe al público asistente de todo lo que sucede sobre las tablas.
No puedo más que deciros que vayáis a verla. Están en Sevilla hasta el domingo, y todavía hay entradas.
Un abrazo enorme.
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