martes, 13 de diciembre de 2011

Concierto Miguel Poveda en el Maestranza

Buenos días a todos!

Hago un descansito en el trabajo para desayunar, y de paso os cuento como fue el concierto que Miguel Poveda dió ayer en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Cómo véis, no puedo esperar ni un segundo!! jeje!




La verdad, es que no encuentro adjetivos acordes para calificar el gran espectáculo que el Maestro Poveda nos regaló anoche, el último de los tres conciertos que ha ofrecido en Sevilla este año. Pero si tengo que describirlo con una sola palabra, os diría que fue mágico! Todo su arte, su cante, su baile, su esencia, su duende, todo él, en cuerpo y alma, entregando su corazón a Sevilla.




El teatro estaba a reventar, no cabía un alfiler, todos ansiosos, nerviosos, esperando que se levantase el telón, ignorantes de lo que ibamos a presenciar. Y entonces sucedió. Dos horas y media de magia. Poveda nos trasladó con su voz a tiempos en blanco y negro, a rincones flamencos de Triana y Caí´, evocando a los grandes, Mairena, Marchena, Terremoto, Camarón de la Isla, haciendo un sentido homenaje al cantaor Enrique Morente, cuando se cumple un año de su muerte. Una noche de Reyes anticipada, regalándonos todo lo mejor con todo su cariño. Alegrías, bulerías, seguriyas, sevillanas, tangos, copla y  hasta villancicos. Qué disparate!




La leyenda del tiempo, tres puñales, alfileres de colores o el villancico bendita madre, fueron algunos de los temas que Poveda interpretó anoche, acompañado a la guitarra, al piano, a las palmas, a los coros, e incluso a la batería, por un grupo de músicos exquisito, que hizo las delicias de todos los asistentes.No puedo dejar de hacer una mención especial a Las Peligro, que cantaron como los ángeles, y a la bailaora Matilde Coral, que a pesar de sus años, sigue derrochando arte por los cuatro costados.




Desde el patio de butacas los piropos fueron infinitos, y se pidió a gritos que proclamasen al cantaor Patrimonio de la Humanidad. El público en pie terminó aplaudiendo al compás de bulerías, despidiendo así hasta pronto, a este gran hombre, que nos hizo el mejor presente que nadie puede desear en Navidad: Su Voz.

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